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Receta a prueba de errores: Pan Blanco Básico

Llevo AÑOS tratando de hacer pan  y he fallado miserablemente en cada intento, hasta el punto que dejé de tratar. Hace un tiempo dije «voy a probar hacer pan otra vez… tal vez con nuevas ganas me salga». Cosas interesantes sucedieron…

Seguí los pasos de las recetas que me encontraba al pie de la letra y como imaginarán… fracasé épicamente, una vez más.
Probé de nuevo. ¡EL PAN NO ME DERROTARÍA! Analizando el por qué no lo lograba, vi que estaba haciendo varias cosas mal (empezando por mi berrinche de hacer las cosas como a mí me parecían). Esos detalles eran precisamente las más importantes que hay que tener en cuenta al hacer panes y con la repostería en general.
Cuando uno busca recetas por lo general se apega a 1 sola y la hace tal cual; pero para que me saliera bien tuve que ver varias recetas y agarrar consejos de aquí y de allá para lograr finalmente, conquistar la panadería.
Tiempo después, logré resumir mis errores. La clave para hacer pan blanco perfecto cada vez, está en estos 4 puntos:
  • Cantidades (todos sabemos ésta)
  • Temperatura del agua
  • Levadura
  • Lugar y tiempo donde pueda crecer
Vamos a desmigajar esto paso a paso (jojo). Parece ciencia complicada, pero créanme, después de tomar en cuenta esas 4 cosas, el pan nunca se me ha quemado y siempre está esponjoso y crece como debe. Ahora, sencillamente no compro pan, lo hago yo misma.
Siempre dicen que las cantidades exactas son muy importantes cuando uno hornea. Antes compraba la levadura en bolsa y medía los 7 gramos o trataba de usar la harina que me quedaba en una bolsa y usar un poco más de otra, esto hacía que las cantidades fueran inexactas. Finalmente dije «La verdad, ya vienen medidas en las cantidades que necesito, (1 kilo de harina, 1 sachet de levadura) ¿por qué lo estoy haciendo más difícil?» El resto es increíblemente fácil de medir. Desde ese momento no me estreso y solamente mezclo un par de paquetes, unas cuantas cucharadas y listo. Hay que tener cuidado de leer que sea exactamente 1 kilo en el empaque, hay marcas que utilizan medidas similares y uno tiende a confundirse al comprar.

El agua debe estar a una temperatura entre 110°F y 120°F. Esto es importante porque si está a menos de la temperatura adecuada, la levadura no se va a activar y si está muy caliente los agentes de fermentación morirán. ¡Sí, la levadura está viva! Siempre es bueno tener un termómetro. (Yo pienso que la temperatura ideal es 110°F).

Una vez comprobada la temperatura del agua, se agrega la levadura. Prefiero comprar la levadura en sobre, así sé que está fresca y no hay nada que la humedezca, sino, no servirá. Cuando la levadura es alimentada con el azúcar, luego de algunos minutos se comenzarán a formar burbujas, eso indica que la levadura está activa y lista para usar. Es un momento muy emocionante, saber que hasta este momento todo va sobre ruedas.
Cuando llega el momento de incorporar todos los ingredientes y amasar, no es necesario ejercer demasiada presión ni estirar mucho la masa, solamente incorporar de manera envolvente (lo que hago es doblar a la mitad la mezcla y luego volteo y hago lo mismo). Si se aplica mucha fuerza, el gluten que hay en la harina no va a poder lograr hacer un bollo suave y esponjoso. Una paleta y unas espolvoreadas de harina son útiles para traer lo pedacitos que se pegan en la superficie. La masa será elástica en este punto pero uniforme. No hay que agregar mucha harina si se pega en la superficie, sino, el pan va a ser muy duro y no va a crecer. Yo solamente enharino mis manos, eso me funciona perfectamente. Dependiendo del clima, es posible que se necesite un poco más de agua o harina, pero honestamente nunca he tenido que modificar mi receta.

Cuando hayamos amasado unos 7 minutos y esté listo para el primer crecimiento vamos al último punto importante. El lugar donde la mezcla va a descansar debe ser un lugar ni frío ni caliente. Así que el mejor lugar para colocar el tazón es el horno de la cocina (APAGADO). Créanme, ¡funciona! La mezcla va a estar creciendo feliz hasta que doble su tamaño. Un error común es dejar crecer la masa más del tiempo recomendado. Uno piensa que esto va a hacer que sea aún más esponjoso, pero en realidad va a ocurrir todo lo contrario. La masa se convertirá en otro tipo de pan mucho más duro y no en el suave y esponjoso bollito que queremos.

Ya pasaron 2 horas y cuando lo saquemos del horno vamos a sentir uno de los momentos más satisfactorios de este proceso: sacar el aire de la masa. Cuando uno mete la mano en esta mezcla se va a sentir un rebote muy placentero. Hay personas que la golpean para sacar sus frustraciones (…dicen…). Yo lo hago suavemente para disfrutar el momento. Pero este paso no es solamente para complacer los sentidos, la textura también nos indica que vamos por buen camino. No es necesario amasar mucho, solamente hasta que salga el aire de la masa.

Para el segundo proceso de crecimiento es importante usar toallas de cocina no papel de cocina, de lo contrario se va a pegar al pan cuando tratemos de quitarlo para finalmente hornearlo.
Una vez horneados, hay un truco para saber si están listo. Si golpeamos un poco el bollo con los dedos (suavemente) y se escucha un sonido hueco, será el indicador de ¡¡¡VICTORIA!!!

Yo recomiendo dejarlo reposar algunos minutos hasta que al tocarlo no me queme. Si se trata de cortar en rodajas mientras está muy caliente, lo que va a suceder es que se va a desarmar.
El exterior del pan estará firme y el interior suave y esponjoso. ¡Ahora sí! Madame Homemade predice que habrán muchos sandwiches, tostadas y budines esta semana… ¡Disfruten!

Ingredientes

(Rinde para 2 bollos de pan)
1 kg de harina
620 ml de agua (a 110°F – 120°F de temperatura)
7 gr. de levadura instantánea (equivale a 1 paquete individual)
2 cucharadas de azúcar
1 cucharada de sal
Más harina para amasar

Instruciones

1. Se agrega la levadura, sal y azúcar al agua, mezclar y dejar reposar por 5-7 minutos tapada hasta que forme burbujas.
2. Verter el kilo de harina en una superficie plana. Formar un aro e incorporar la mezcla de agua y levadura en el centro del pozo. Con un tenedor traer la harina de los bordes hacia el centro hasta que se pueda manipular con las manos.
3. Amasar durante 7-10 minutos con movimientos envolventes. Si se pega a las manos o a la superficie, espolvorear más harina (sólo un poco). Se formará una consistencia elástica, suave y lisa. Formar una esfera con la masa.
4. Cubrir la esfera con aceite y colocarla en un tazón donde pueda crecer. Cubrir con papel film transparente. Ponerlo en el horno apagado durante 2 horas hasta que doble su tamaño.
5. Sacar el aire de la masa y dividirla en 2, espovorear un poco de harina en la superficie plana y comenzar a amasar cada mitad hasta el que aire salga (unos segundos).
6. Colocar ambos bollos en 2 recipientes rectangulares estrechos, pueden estar cubierto de harina para que no se pegue, o utilizar recipientes antiadherentes. Cubrirlos con una toalla húmeda y volver a colocar en el horno apagado durante 30 o 60 minutos hasta que doblen su tamaño.
7. Precalentar el horno a 200°C (392°F).
8. Hornear durante 30-35 minutos hasta que el borde de los panes estén firmes y tengan un color dorado pálido. Los últimos 3 minutos me gusta cambiar a «hornear» en mi horno para tener una superficie más tostada y dorada. Hay que estar muy pendiente esos últimos 3 minutos, porque se puede quemar rápidamente.
9. Sacar del horno y dejar reposar unos minutos hasta que esté tibio para cortar.

 

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