¡La pasta nunca falla! Esta es mi versión de comida rápida. No hablo de los dedos de pollo congelados o el sandwich de jamón y queso. Es comida para el alma; fácil, sencillo y con una pincelada de extravagancia en la forma de aceite de trufa.

La pasta con crema y aceite de trufa es para mí, ese tipo de plato abundante en sabor (me refiero a algo levemente cargado), de pocos ingredientes pero que se sienten en cada bocado. Que llena y satisface.

Mientras se cocina , en este caso el linguine, hay tiempo de sobra para preparar la salsa. Ésta contiene huevo y se va a temperar levemente en el calor, si no se mezcla puede cocinarse y quedar grumosa. La idea es que sea una salsa sedosa que cubra cada tallarín, hay que tener cuidado de mezclar suavemente con el fuego apagado al momento de agregar la mezcla líquida.

El queso parmesano es mejor comprarlo en bloque y rallarlo en el momento. El que viene ya pre-rallado o en polvo en paquete es de calidad inferior y definitivamente el sabor es MUY diferente. Además tenerlo en bloque permite que se conserve mejor y por más tiempo.

PRO TIP: Para cremas o sopas es ideal usar los bordes restantes de queso parmesano. Solamente se agregan durante la cocción para dar profundidad y sabor. Por ejemplo, recomiendo darse una vuelta por la receta de sopa de papa y puerro para ver cómo utilizar esos bordes. ¡No hay que descartarlos cuando se acaba el resto del queso! Se guardan los trozos en una bolsa cerrada en el congelador y eso va a durar algunos meses.

El aceite de trufa es muy exótico, pero es lo que le da una sabor profundo. No voy a mentir, es caro. Pero con unas cuantas gotas es suficiente, y es un producto muy versátil para dar un toque gourmet a muchas preparaciones (en especial las que tienen queso).

Otro ingrediente que se puede usar en lugar del aceite de trufas es nuez moscada rallada. La idea es que la pasta tenga una profundidad con tono «amaderado».